17/6/17

El asalto neoliberal a la educación

by Rosa Cañadell

Estamos asistiendo, en la última década, a un ataque sin precedentes a nuestro sistema público de educación. Un ataque diseñado desde ya hace mucho tiempo pero que, con la excusa de la crisis, se ha aplicado con una gran celeridad, generalizándose y profundizándose. Estamos hablando de la usurpación de la educación por parte del neoliberalismo, y de sus promotores, los bancos, las multinacionales y el mundo financiero. El Neoliberalismo no es sólo un sistema económico, basado en la acumulación de más capital cada vez en menos manos, con el aumento de la pobreza y la desigualdad que ello conlleva, sino también, como explica Christian Laval: "una remodelación de la subjetividad que «obliga» a cada persona a vivir en un universo de competición generalizada, organizando las relaciones sociales según el modelo del mercado y transformando incluso a la propia persona, que en adelante es llamada a concebirse y a conducirse como una empresa, un emprendedor de sí mismo" (Laval y Dardot, 2013). Y para todo ello es imprescindible la educación.

DE LA ESCUELA PÚBLICA A LA ESCUELA NEOLIBERAL

Estamos en una situación totalmente distinta de la que se dio en las décadas precedentes, a partir de la transición democrática, en las que se iba construyendo una educación pública con la participación activa del profesorado, y con el estímulo y el apoyo de los poderes públicos. Una escuela pública que tuvo como reto la igualdad de oportunidades, la democratización de los centros y las buenas prácticas profesionales. Ello dio sus frutos y, por primera vez en mucho tiempo, las clases populares accedieron a la universidad.

Poco a poco estábamos construyendo un modelo de escuela pública basado en la idea que la educación es un derecho universal y un bien público, que la Administración tiene el deber de garantizar en condiciones de calidad y de igualdad. Un modelo que considera que la educación es un factor de desarrollo personal, de emancipación social y una de las herramientas para hacer posible una sociedad cohesionada, inclusiva y justa. Este modelo centra su preocupación en buscar los contenidos, valores y metodologías que mejor pueden ayudar a una educación global y que puedan compensar el desigual capital cultural y social con el que el alumnado llega a la escuela. Por este modelo luchamos durante mucho tiempo y habíamos avanzado mucho.

Pero desde finales de los años 90 la política educativa a nivel internacional se ha redefinido en virtud de las necesidades del capitalismo en su versión neoliberal. En muchos países de la UE, incluyendo el nuestro, la política educativa oficial se ha modificado con el objetivo de responder a la sociedad de mercado y a las necesidades del mundo financiero; los valores de la empresa han empezado a suplantar a los antiguos ideales humanistas y una versión pragmática de la educación ha cobrado vigor a lo largo y ancho del mundo y en la mayoría de las instituciones educativas.

La educación, así entendida, pasa a estar al servicio de la economía en su doble vertiente: por un lado, debe ser "adaptada" a las necesidades de las empresas y del mundo laboral y, por otro, debe ser "rentable", o sea, gestionada con criterios empresariales y ser susceptible de negocio privado. Este modelo educativo no considera ya que es el Estado el que garantiza el derecho a la cultura y a la formación, sino que son los individuos los que deben "invertir" en educación, con lo que los "educandos" o sus familias se convierten en los nuevos "clientes", con derecho a elegir y a exigir resultados satisfactorios que rentabilicen su "inversión". Y los educadores, a su vez, pasan a ser meros trabajadores al servicio de las demandas del mercado, que se limitan a implementar currículos y metodologías que los "expertos" deciden y que los nuevos gestores de los centros educativos llevan a la práctica de forma "eficaz": más resultados con menos recursos.

PRIVATIZACIÓN

La privatización es uno de los objetivos de este asalto neoliberal a la educación. Su objetivo es doble: por un lado disminuir el presupuesto público y por otro abrir el mercado educativo.

Nuestro país es un buen alumno en los dos aspectos. La disminución de los presupuestos dedicados a educación han bajado hasta límites de vergüenza: España ocupa el puesto 23 de 28 en porcentaje de gasto público en Educación (4,1%) en el conjunto de la UE, a años luz de Dinamarca (7%), Suecia (6,5%), Bélgica (6,4%), Finlandia (6,2%) o Portugal (6%) (Fallarás, 2018).

Junto a la disminución del presupuesto público avanza la privatización. Se calcula que el mercado educativo puede suponer unos dos billones de euros, y de lo que se trata es de que las empresas privadas puedan realizar negocios en este sector. En nuestro país, ello se concreta con el aumento de los centros privados subvencionados con dinero público, con la progresiva externalización de los servicios (educación infantil, comedor, transporte, limpieza, evaluación, nuevas tecnologías, etc.) que están ya en manos de empresas privadas, con el aumento de las tasas en las universidades públicas y con la creación de las universidades privadas.

La subvención de centros privados con dinero público (conciertos educativos) se está llevando a cabo sin una normativa clara ni medidas eficientes para que los centros privados que reciben financiación pública cumplan con sus obligaciones de gratuidad, de no seleccionar al alumnado y de laicidad.

Este tipo de centros, además de ser una excepción dentro de los países de la UE, tiene consecuencias varias que afectan a diferentes ámbitos: la transferencia de dinero público hacia beneficios privados; la selección del alumnado por clase social, puesto que sólo tienen posibilidad de acceder a los centros concertados las familias que pueden pagar la cuota; y el control ideológico y político, a partir de la libertad total para definir un "ideario propio" que tienen los centros privados. Este ideario en nuestro país es mayoritariamente religioso, puesto que la mayoría de centros privados, que funcionan con dinero público, pertenecen a instituciones religiosas. En el curso 2014-15, más de un millón y medio de escolares estudiaron en dichos centros. De los alrededor de 4.000 centros privados concertados que existen en España, los de ideología católica suponen el 65%, y aleccionan al 75% de los alumnos y, además, ello nos cuesta al erario público 4.000 millones de euros (Fallarás, 2018).

Estas medidas implican un aumento del gasto familiar en la educación, lo que tiene como consecuencia una mayor segregación escolar en función de la renta económica de las familias que hace muy difícil la igualdad de oportunidades y el ascensor social, y que convierte a la educación en una mercancía más al servicio del beneficio del capital privado y de las clases más favorecidas.

LA EDUCACIÓN POR COMPETENCIAS

Pero no se trata sólo privatizar, el modelo neoliberal necesita, además, controlar aquello que se enseña en las escuelas, y poner el currículum, la metodología y los valores al servicio de las necesidades del mundo financiero y empresarial. Entre finales de 2007 y principios de 2008 comienza una reflexión sobre los "nuevos empleos" y las habilidades apropiadas para estos puestos de trabajo. La nueva comunicación de la Comisión Europea sobre "nuevas capacidades para nuevos empleos" se centra en las necesidades de los empleadores que requieren habilidades "blandas", tales como habilidades de comunicación, análisis, resolución de problemas y espíritu emprendedor. Se trata de definir las "competencias" que los empresarios necesitan de sus trabajadores. Así aparecieron lo que se denomina "competencias básicas", que ya se están imponiendo como la "mejor forma de educar" dejando de lado los contenidos humanísticos, artísticos y filosóficos.

Con el aprendizaje por competencias, como explica Nico Hirtt (2010), "el papel de la escuela ya no es el de transmitir saberes concretos (lo que en buena pedagogía implica evidentemente el ser capaz de aplicarlos), sino solamente el de enseñar a utilizar cualquier saber, preferentemente en situaciones complejas e inéditas", aparcando, de este modo, todo aprendizaje que vaya en el sentido de ampliar la cultura, estimular el espíritu crítico, fomentar la creatividad, el pensamiento libre, la capacidad de análisis de la realidad, la capacidad de transformar la sociedad...

EDUCACIÓN FINANCIERA

Al mismo tiempo que se suprimía la Educación para la Ciudadanía o se reducía la Filosofía, aparecía en los currículos la Educación Financiera.

A principios de este siglo, el "Comité de Mercados Financieros" y el "Comité de Seguros y Pensiones Privadas" de la OCDE se propusieron la consecución de un proyecto global y coordinado sobre educación y toma de conciencia financiera, un proyecto en el que las pensiones privadas y los seguros son pilares prioritarios. Este proyecto no va sólo de conocimientos y de información financiera, sino también de cambiar la actitud hacia el mundo financiero que tienen todos los segmentos de la población, un hecho que los comités financieros de la OCDE pretenden conseguir colándose dentro de nuestras escuelas y adoctrinando a nuestros alumnos.

En España ya se está implementado. En Cataluña, en el año 2012 el Departament d'Ensenyament de la Generalitat firmó un convenio de colaboración con el Instituto de Estudios Financieros y cuatro Bancos, para lanzar el proyecto y proporcionar educación financiera básica a los estudiantes de último año de Educación Secundaria.

El programa se realiza en base a personal voluntario (no remunerado), trabajadores en activo o jubilados del sector financiero y de la banca convencional que realizan 5 horas lectivas en los centros educativos, a pesar de no tener ninguna acreditación ni formación como docentes. El contenido del programa, como era de esperar, no alerta de los peligros de la desregulación financiera, ni menciona los desahucios ni la responsabilidad de estas entidades en la crisis financiera y sus efectos sociales. En cambio sí son contenidos prioritarios los planes de pensiones privados, los fondos de inversión y los seguros. En definitiva, un adoctrinamiento neoliberal en toda regla y además aprovechando la escuela para adiestrar a los más jóvenes.

Para combatirlo, en Cataluña se ha creado ya una Plataforma de varias organizaciones que luchan en contra este proyecto: Plataforma per una Educació en Economía Crítica (PLEEC, s.d.).

CONTROL Y EVALUACIONES EXTERNAS

Para imponer todo ello, han inventado otro mecanismo: la evaluación externa. Se trata de valorar el rendimiento educativo y comprobar los resultados de los alumnos en la adquisición de las competencias básicas en diversos estudios y pruebas externas y, en especial, en los llamados informes PISA. Cuanto más se impone este sistema de medición, más se estrecha el cerco de lo que debe ser enseñado y aprendido, y más autonomía pierden los maestros. La libertad de cátedra es un fenómeno en peligro de extinción. Y la ideología que se transmite es la que conviene a los que detentan el poder. La precariedad laboral y el empeoramiento de las condiciones laborales, hace que, en muchas ocasiones, el profesorado no disponga de las condiciones necesarias para poder hacer frente a todas estas imposiciones y dedicarse a fondo a lo que, a mi entender, es lo verdaderamente importante: la agitación de las conciencias y el impulso del pensamiento crítico y constructivo.

GESTIÓN AUTORITARIA

Otro de los mecanismos para poder implementar esta nueva tendencia neoliberal dentro de los centros educativos es la gestión de los centros públicos, que cada vez es más autoritaria. Se debe reforzar la autoridad y las funciones de las direcciones para que puedan tomar decisiones en la gestión de los centros al margen del profesorado, de las asociaciones de padres y de los Consejos escolares. Es evidente que una gestión en la que las direcciones desempeñan funciones propias de la patronal (eligiendo al profesorado) supone avanzar hacia un modelo de gestión autoritaria que elimina la participación y la capacidad de decisión de la comunidad educativa y dificulta el trabajo en equipo que es, precisamente, la mejor garantía del buen funcionamiento de un centro educativo.

Caminar hacia ese sistema exige unos cambios en la estructura actual de los centros públicos, que acabarán definitivamente con su gestión democrática, atomizando, además, su capacidad de resistencia. Se trata de eliminar cualquier demanda sindical y cualquier lucha por las condiciones de trabajo del profesorado, que cada vez son peores y más precarias.

AUTONOMÍA DE CENTROS

La autonomía de centro es otro de los nuevos "mantras" de la educación neoliberal con la que se pretende solucionar todos los problemas. De hecho, los centros educativos públicos siempre han gozado de una cierta autonomía, en el sentido de que el profesorado ha ido adaptando la enseñanza a las necesidades del alumnado. Muchas de las innovaciones pedagógicas y organizativas que se han integrado en la educación nacieron de experiencias del profesorado. Desde la inmersión lingüística en Cataluña hasta las aulas para el alumnado inmigrante.

Pero lo que ahora proponen nuestras administraciones educativas bajo el nombre de autonomía es muy distinto de lo que los centros necesitan e implica una nueva concepción de la educación pública, con consecuencias muy negativas. La más importante es el desmantelamiento del “sistema público” entendido como un todo, al pasar a considerar a cada uno de los centros educativos como una entidad independiente, con proyectos propios y bien diferenciados y en competencia unos con otros, lo cual implica la creación de centros públicos de distinta categoría. Un proceso que está aumentando la fragmentación social entre los centros públicos y que se suma a la ya existente entre públicos y privados concertados, imposibilitando, cada vez más, la igualdad de oportunidades que todo servicio público tiene la obligación de ofrecer.

EL PAPEL DE LAS INSTITUCIONES SUPRA-NACIONALES

Una característica de esta nueva etapa es la creciente intervención de los organismos internacionales en el ámbito educativo. Ya en 1995 Miquel Soler nos alertó de la publicación del Banco Mundial "Prioridades y estrategias para la educación" donde se definían las nuevas líneas que se iban a imponer en la educación (Soler Roca, 1997). El Banco Mundial no sólo postulaba el proyecto económico neoliberal sino también su articulación con un proyecto educador, igualmente fundamentado en la sacrosanta ley del mercado.

En esta publicación encontramos ya las siguientes recomendaciones: "Las demoras en reformar los sistemas de educación corren el riesgo de reducir el crecimiento económico futuro [...] La tasa de rentabilidad en educación se expresa como rendimiento anual, similar al cotizado por las cuentas bancarias de ahorro o los bonos de Estado [...] Reducir los sueldos del profesorado es también una posibilidad que debiera examinarse en los países donde se demuestre que pese a ello, seguiría habiendo una oferta suficiente de profesores de calidad similar...".

Pero no se trata sólo de reducir el gasto público, el Banco Mundial apunta también a nuevos modelos de organización: descentralización, autonomía y privatización. Y un objetivo claro: convertir las escuelas en empresas: "Esta tendencia se debe a una perspectiva de la educación más orientada al mercado, en la que los consumidores (padres y alumnos) eligen entre los proveedores (escuelas e instituciones), y a la actitud exigente de un número cada vez mayor de padres y alumnos, que ya no aceptan que se les asigne una escuela pública determinada, sino que quieren tomar sus propias decisiones...". Y ya para terminar añade: "las políticas oficiales deberían alentar el suministro privado y el aumento del financiamiento privado a fin de estimular la competencia, la innovación y la sensibilidad al mercado de trabajo". Esta nueva estrategia educativa se ha ido imponiendo poco a poco y está ya presente a nivel mundial y forma parte de la ideología de los dirigentes de la OCDE y de la Unión Europea. En marzo de 2000, el Consejo Europeo de Lisboa estableció que "el objetivo estratégico de la educación era convertir a Europa en la economía basada en el conocimiento más competitiva y dinámica del mundo, capaz de crecer económicamente de manera sostenible con más y mejores empleos y con más cohesión social”. O sea, la educación al servicio de la economía.

LAS LEYES EDUCATIVAS Y LA CRISIS COMO EXCUSA

La LOE, como ley marco ya impuso las nuevas pautas y las autonomías han hecho el resto. La LEC, aprobada en Cataluña en el 2008, con la mayoría del profesorado y parte de la comunidad educativa en contra, expresada en cuatro huelgas educativas, fue la primera que consagró todos los principios neoliberales. Después, la LOMCE los remató. Pero, de hecho, las fórmulas son iguales para todos los territorios: "consolidación y ampliación de los centros privados-concertados", "autonomía de centros", "direcciones profesionalizadas", "organización jerárquica en los centros públicos", "evaluación externa", "incentivos por resultados", "precarización y desregulación laboral del profesorado", "privatización y externalización de los servicios educativos"; todas ellas, medidas que tienen como objetivo poner la educación bajo las leyes del mercado, consolidar un modelo de gestión empresarial y aumentar la precariedad laboral del profesorado.

A partir del 2008, con la llegada de la crisis financiera en Europa, las medidas neoliberales en la educación se agudizaron y se ha aprovechado el momento para rematar el cambio de paradigma. Una de las primeras medidas amparadas en la crisis ha sido el recorte en los presupuestos dedicados a la educación pública. Estos recortes van más allá de ser medidas coyunturales, puesto que tienen un objetivo estructural; preparar los servicios públicos para hacerlos rentables al beneficio privado. Hoy la política de los diferentes gobiernos tiene tres ejes determinados: continuar entregando servicios públicos a la gestión privada, establecer e incrementar tasas en la ciudadanía para recibir determinados servicios y abaratar costes laborales.

LAS EMPRESAS Y LA NUEVA INNOVACIÓN EDUCATIVA

Innovación es un término que viene del mundo empresarial y quien mejor lo definió fue Schumpeter (1934): "el empresario busca, por medio de la innovación, entrar en los mercados existentes o en nuevos mercados, creando la propia demanda". Así pues, la innovación es inseparable de la competencia, se innova para competir mejor. En la economía neoliberal ser competitivo es una necesidad y una virtud, y ello se extiende a la educación en donde los centros han de competir entre sí y lograr atraer el interés de los "clientes". Así pues, la nueva innovación educativa se sitúa en este contexto.

Para los pensadores del Neoliberalismo, la cultura de la empresa y el espíritu empresarial deben regir en todos los dominios de la acción colectiva, deben aprenderse desde la escuela y, para ello, la educación y la prensa "serán llamados a desempeñar un papel determinante en la difusión de este nuevo modelo humano genérico" (Laval y Dardot, 2013). Y así no es de extrañar que la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) y la Unión Europea estén haciendo de la innovación y del espíritu emprendedor una de sus prioridades educativas.

En realidad, la innovación (entendida como renovación pedagógica) dentro de los centros educativos ha existido siempre, entre otras cosas, porque constantemente hay cambios: el perfil del alumnado, el equipo directivo, las normativas, las nuevas tecnologías, los nuevos problemas, etc. Por lo tanto, siempre se ha de adaptar la tarea educativa a la realidad del aula. Pero el debate y las propuestas últimamente ya no salen de las aulas sino de organizaciones privadas, bancos y empresas, y se difunden en los medios de comunicación, en las charlas y las jornadas de formación. Hay un montón de propuestas: escuelas libres, educación viva, educación emocional, escuelas Waldorf, trabajo por proyectos, gamificación, clase invertida, educación maker, programa Magnet, Design for Change... y en Cataluña un programa que parece aglutinar diferentes propuestas alrededor de lo que han denominado "Escola Nova 21", un programa patrocinado por la Fundación Bofill, La Caixa, la Universitat Oberta de Cataluña y el Centro UNESCO de Catalunya (Edu-Caixa, s.d.).

La pregunta clave es: ¿Estamos asistiendo a una verdadera "renovación pedagógica" que intenta mejorar la educación (pública) de nuestro país o estamos disfrazando la innovación para implementar todo el decálogo neoliberal en educación? ¿Estamos tratando de mejorar nuestras metodologías para dar una mejor, más global y más equitativa formación a nuestro alumnado o estamos cambiando la educación actual para pasar a formar "futuros emprendedores de sí mismos", para que todos nuestros jóvenes interioricen los principios de la sociedad neoliberal: individualismo, competitividad, libre mercado, con sus subsiguientes consecuencias: desigualdad, precariedad y pobreza? (Cañadell, 2017a).

Las innovaciones educativas, tanto en la época de la República como durante la transición estaban intrínsecamente ligadas a la defensa de la escuela pública, laica, plural y democrática, con una preocupación especial para llegar a las clases populares y paliar las desigualdades. En las etapas anteriores, la innovación iba muy ligada no sólo a la metodología, sino también a las cuestiones sociales y al objetivo de “formar ciudadanos y ciudadanas libres, críticas y capaces de transformar la sociedad.

Pero no parece que estos sean los objetivos de la actual innovación. De hecho ya es altamente sospechoso que haya un acuerdo casi unánime entre las administraciones educativas, los promotores de la innovación, la formación que ofrecen bancos y empresas y las directrices de la OCDE. Todos ellos basan la Innovación en los mismos principios. Estas coincidencias se pueden resumir en cinco: 1) El gran fracaso de la educación actual y la falta de preparación del profesorado. 2) La necesidad de cambiar radicalmente las metodologías y pasar a “educar por competencias y por proyectos”. 3) La utilización de las TIC y los medios digitales como herramientas fundamentales. 4) La educación “centrada en el alumno” y la necesidad de adaptar la educación a las “necesidades de la sociedad del siglo 21”. 5) El fomento del “espíritu emprendedor” (Cañadell, 2017b).

En definitiva, parece que la necesidad de innovar no viene determinada por un análisis de la situación actual de nuestra educación, ni por mejorar la equidad de nuestro sistema educativo, sino simplemente por cumplir con lo que manda la OCDE.

Con ello, el profesorado, cada vez más, pierde su papel tradicional de transmisor de conocimientos, valores y normas. Con la nueva organización del trabajo que se ha implementado en los centros educativos públicos, a imagen y semejanza de las empresas, el profesorado ha dejado de ser un protagonista "activo", para ser un realizador de tareas" que otros han diseñado. Ha perdido ya gran parte de su autonomía, de su capacidad de participación en las decisiones del centro y de su "libertad de cátedra". Con la nueva Innovación es muy probable que acabe perdiendo aún más su papel "socializador" para ser un simple "aplicador" de diseños educativos externos. Así pues, como afirma Xavier Díez (2016), "los docentes cultos, formados con criterio propio, con oficio y voluntad de transmitir valores democráticos, éticos y conocimientos, que son útiles para la formación integral del alumnado, no sirven para este mundo neoliberal".

LAS NUEVAS TECNOLOGÍAS Y EL NEGOCIO DE LA EDUCACIÓN

Es evidente que las nuevas tecnologías están revolucionando el mundo de la comunicación y muchos otros. Se trata ahora de saber cuál debe ser su utilización y cuáles son sus límites en la educación dentro de la escuela. Pero quienes están discutiendo todo ello no son los docentes o los pedagogos sino las grandes empresas, y a nadie se le escapa que, si las grandes corporaciones están tan interesadas en intervenir en la educación, algún rendimiento esperan de sus actuaciones.

Se trata, efectivamente, de "vender" productos educativos que pueden aplicarse a cualquier pequeño ordenador, tableta o Smartphone y así, aparte de hacer negocio con el producto, se acostumbra al alumnado a no poder prescindir de la pantalla. Pero el papel de las empresas, siempre "escondidas" debajo de alguna Fundación, no se limita ya al mercado educativo y a la pretendida formación del profesorado sino que van conquistando nuevos ámbitos de influencia, de forma que, juntamente con la Iglesia, se están infiltrando en los núcleos de poder en materia educativa.

Solo dos últimas noticias. La Fundación Trilema ha anunciado que dirigirá la revista Cuadernos de Pedagogía, una revista que ha sido referente histórico en la innovación educativa con más de 40 años de experiencia (La fundación Trilema..., 2018). La Presidenta fundadora de esta Fundación es Carmen Pellicer, teóloga, pedagoga y escritora, y cuenta con el apoyo inestimable de José Antonio Marina. La fundación no sólo se dedica a comprar centros educativos, sino que está detrás de muchas de las publicaciones de libros de texto (con sus amigos de la Iglesia católica, poseedores de más del 90% de editoriales que “fabrican” los libros de texto que se compran en los centros educativos). También intenta influir, a través del "Libro Blanco de la Función Docente" (coordinado por Marina, del que es coautora Pellicer) en la creación de perfiles afines entre los docentes para satisfacer un modelo empresarial.

Por otra parte, la Fundación "Empieza por Educar" es la encargada de desarrollar en Euskadi la iniciativa "A new way for new talents in teaching" (Newtt), bajo la forma de MIR experimental para los nuevos profesores. Recordar sólo que La fundación "Empieza por Educar" es la sucursal en España de la secta ultraliberal Teach for America, que se extiende por todo el mundo bajo la denominación Teach for All. Su propósito es infiltrar los centros de educación públicos con "misioneros de la causa", sustituyendo progresivamente a los profesores funcionarios y divulgando y promoviendo la ideología del libre mercado en educación (Ubarretxena, 2018). Su Presidenta es la Sra. Botín, del Banco de Santander.

En definitiva, hay que mejorar la educación, hay que introducir y tener en cuenta todos los avances tecnológicos, hay que replantearse algunas metodologías, pero hay que hacerlo con recursos, con d emocracia, sin privatizaciones, sin bancos ni empresas, en todos los centros y despacio, contrastando aquello que funciona y aquello que no funciona, con formación, con la participación del profesorado y sin imposiciones.

CONCLUSIONES
LUCHAS Y RESISTENCIAS

Frente a toda esta situación, el profesorado, los padres y madres, los estudiantes y la sociedad en general se han organizado y ha habido un sinfín de protestas y movilizaciones, a lo largo y ancho de todo el Estado, para defender conjuntamente una educación pública de calidad y los recursos necesarios para poder hacerla realidad. Es muy importante que las protestas hayan superado el ámbito propiamente laboral del profesorado y se hayan insertado en la demanda ciudadana de un servicio público básico como es la educación.

De entre todas las formas de protesta, quiero señalar algunas que, a mi entender, han sido quizás más novedosas.

Por un lado el surgimientos de las llamadas Mareas o Asambleas (Assemblea Groga en Cataluña, Marea Verde en el resto del estado), que tienen de nuevo que son transversales y de confluencia. Transversales respecto a sindicatos y partidos, ya que las Mareas abarcan a todos sin que ninguno sea realmente el protagonista. Y de confluencia de lo que se llama "comunidad educativa", en cuanto que no sólo está el profesorado, sino que en ellas se han incluido padres y madres, estudiantes, organizaciones barriales, etc. Con lo cual las reivindicaciones no son sólo de mejora de condiciones laborales para los trabajadores de la educación, sino que implican a la ciudadanía en general en demanda de una educación pública como un bien común a reivindicar.

En segundo lugar, las luchas estudiantiles. Sobre todo en relación al llamado Proceso de Bolonia que, como muy bien supieron denunciar una parte importante de los estudiantes, no es más que una cortina de humo para poner también la educación universitaria al servicio de las empresas y, al mismo tiempo, reducir la capacidad de acceso a las clases más populares, vía aumentos desorbitados de las tasas de matriculación: "Bolonia no era más que humo. Era la tinta del calamar para encubrir, como estamos viendo, una reconversión empresarial de la universidad pública a favor de la privada" (Fernández, García y Galindo, 2017). Hay que señalar, sin embargo, que la importancia de las medidas que, aprovechando el Proceso Bolonia, se implementaron, no tuvieron el rechazo que merecían y la lucha fue minoritaria, en el sentido de que una parte importante del profesorado y del alumnado no llegó a tener conciencia de todo lo que significaba en degradación de la universidad pública.

Por último, fue importante la lucha en Cataluña en forma de "Iniciativa Legislativa Popular (ILP) para un Nuevo Sistema Educativo en Cataluña". Durante un año se recogieron 94.321 firmas (un 90 % más de las necesarias). El proceso fue muy importante, pues se hicieron 250 actos para explicar el sentido de la ILP y los problemas de la educación, lo que permitió extender a la ciudadanía una problemática social que muchas veces queda recluida en el ámbito de las escuelas.

La propuesta no era propiamente una ley de educación, sino las bases sobre las que se debería discutir una nueva ley. Las propuestas más importantes de la ILP son: 1) Hacer efectivo y real el “derecho a la educación” para toda la ciudadanía; para ello propone la gratuidad total desde los 0-3 años hasta la Universidad. 2) Terminar con la segregación educativa y la doble red. Disminuir progresivamente los conciertos educativos hasta su desaparición, buscando mecanismos para que aquellos centros privados que quieran pasar a públicos lo puedan hacer, y los que quieran continuar siendo privados no tendrían subvención. 3) Terminar con la intromisión de las empresas privadas y fundaciones de bancos y cajas en el sistema educativo, tanto en la etapa obligatoria, como post obligatoria y Universidad. 4) Recuperar la gestión democrática de los centros educativos y la participación de la comunidad educativa en la toma de decisiones. 5) Terminar con la flexibilidad laboral para todos los docentes, desde 0-3 hasta la Universidad. 6) Consolidar el catalán como lengua vehicular en todo el sistema educativo. 7) Un porcentaje de inversión pública, igual, como mínimo, a la media europea (Cañadell, 2015).

El 20 de mayo del 2015 esta ILP se presentó en el Parlamento pero una enmienda a la totalidad, votada por JuntsxSi (CiU y ERC) y el PP no dejó ni siquiera que se pudiera debatir.

Ha habido también, desde el curso pasado, dos "Debates Extraordinarios", en Barcelona, sobre la educación pública que queremos y sobre innovación educativa, organizados por diversos colectivos, sindicatos, asociaciones de padres y madres y profesorado en general (Debates Extraordinarios, s.d.).

Se ha creado el "Seminario Ítaca de Educación Crítica" (SIEC, s.d.), que aspira a ser un espacio de debate y rearme ideológico contra la privatización y mercantilización de la educación, y que ofrece charlas, seminarios, artículos y lecturas compartidas de forma gratuita.

PROPUESTAS

Si bien es cierto que llevamos años de protestas, también lo es que no se ha conseguido la fuerza suficiente para poder revertir este asalto del neoliberalismo a la educación. Podríamos decir que las luchas no han sido proporcionales a la gravedad del momento que vivimos.

Por un lado, el discurso institucional sobre "la falta de dinero", que se ha instalado con la excusa de la crisis, ha calado en una gran parte de la población, incluida la comunidad educativa. Por otro lado, las reformas neoliberales se han hecho a partir de un discurso aparentemente progresista y modernizador. Ha habido, sin duda, una apropiación indebida del lenguaje tergiversando su significado inicial. Así, términos como "autonomía de centros", "liderazgos fuertes", "proyectos innovadores", "educación centrada en el alumno", "educación al servicio de la sociedad del siglo 21", "escuelas avanzadas", y tantos otros, esconden cuestiones que nada tienen que ver con el significado que siempre habían tenido, y ello ha generado mucha confusión en la población en general y también en el profesorado. Podríamos decir que el poder ha ganado la batalla de las ideas.

Es importante recordar que todo sistema político y social necesita la educación para consolidarse, porque la escuela es un lugar privilegiado de transmisión de ideología, y en estos momentos estamos asistiendo a los intentos del capitalismo financiero, o neoliberalismo, de cambiar el sentido de la educación para poder quedarse y consolidarse.

No hay que olvidar tampoco que el pensamiento crítico que nos permite enfrentar o defender con valentía unas ideas y unos valores no se desarrolla por sí solo, sino que hace falta un medio de cultivo apropiado que permita desarrollar la integridad intelectual de los individuos. La escuela y el modelo educativo son factores determinantes para el desarrollo intelectual y moral de la ciudadanía y según como sea este dependerá, en parte, la visión del mundo de las generaciones futuras.

En estos tiempos de ataque feroz a todos los derechos sociales y laborales que tantos esfuerzos costó conseguir, es más importante que nunca divulgar la información y ampliar la conciencia colectiva de todo lo que significa este intento de desmantelar la educación pública y acabar con un modelo educativo público, democrático, laico, de acceso universal y de compensación de desigualdades. Nos estamos jugando el futuro de nuestra sociedad.

Así pues, si queremos revertir esta situación y volver a conquistar el derecho a una educación que haga posible la equidad social y una formación humana, técnica y profesional para todos los futuros ciudadanos y ciudadanas, debemos actuar en diferentes frentes, que exponemos brevemente.

1. La lucha por los recursos y los presupuestos. Se trata de recuperar unos presupuestos que hagan posible un buen funcionamiento de los centros públicos y unas condiciones dignas para el trabajo docente, así como la revalorización de la escuela pública por encima de la privada, con la desaparición progresiva de los conciertos educativos y la segregación que esta doble red implica.

Esta lucha debe implicar a todos los profesionales de la educación, sindicatos y organizaciones en defensa de sus derechos laborales y de sus condiciones de trabajo, en contra de la precariedad laboral y del poder de las direcciones. Pero también es una lucha social por un derecho universal como es la educación pública en condiciones de calidad e igualdad para todo el alumnado. Es importante consolidar la participación de toda la comunidad educativa: asambleas, charlas, movilizaciones conjuntas con el alumnado, padres y madres, profesorado, trabajadores laborales.

2. La lucha por el cambio de las leyes y la orientación del sistema educativo. Es fundamental situar la reivindicación de un determinado modelo de educación pública dentro de las reivindicaciones más globales. Hay que dejar bien claro que no se trata solamente de la defensa de más recursos, sino también de la defensa de un modelo de educación que se aleje del paradigma neoliberal. No es suficiente con ganar la batalla de los recursos, es necesario también ganar la batalla de las ideas.

Se trata de construir una educación que pueda dar una formación integral, académica, técnica y ética, que promocione la cooperación y la solidaridad, el gusto por el estudio y la cultura, y la capacidad de analizar críticamente los fenómenos sociales y actuar en beneficio de la equidad, la no discriminación, la no violencia, el respeto a todas las culturas y la preocupación por el medio ambiente.

3. La lucha y organización dentro de los centros educativos. Dentro del centro es importante recuperar el funcionamiento democrático y participativo, con decisiones conjuntas, tanto a nivel pedagógico, organizativo como reivindicativo. Hay que recuperar las asambleas, los claustros deliberativos con poder de decisión, las luchas conjuntas y llegar a la desobediencia pasiva si ello fuera necesario. Es preciso, también, recuperar la solidaridad entre el profesorado como colectivo, tanto dentro como fuera del centro, huyendo de la competitividad en la que quieren instalarnos. Es importante la defensa de los derechos de todo el alumnado y de todo el profesorado, en especial de los más vulnerables. Y para ello es imprescindible el apoyo y la participación de toda la comunidad educativa.

Nunca debemos olvidar que la escuela es tanto un espacio de transmisión de la ideología dominante como un espacio de resistencia y confrontación, y que en ella se reflejan no solo los valores de los grupos hegemónicos sino también las prácticas de los grupos subordinados. Las escuelas y los centros educativos, en general, gozan de una autonomía, ciertamente relativa, pero que permite al profesorado dejar de ser fieles servidores de los grupos dominantes y trabajar por valores, contenidos y objetivos alternativos.

4. La denuncia del discurso dominante y la concienciación de las consecuencias futuras. Es imprescindible extender un discurso contra hegemónico que desvele los objetivos ocultos detrás de las nuevas innovaciones. Hace falta mucha pedagogía y mucho debate en torno a las nuevas propuestas, tanto entre el profesorado como en la comunidad educativa en general.

Es preciso denunciar el papel de las empresas y los bancos en la educación, denunciar las consecuencias negativas de la privatización, denunciar la segregación creciente en educación a partir de intentar que cada centro tenga un proyecto propio para "vender" mejor su producto y competir con los demás centros. Es importante señalar que el modelo de gestión empresarial no sirve para la educación, que mercantilizar la educación implica que ésta deja de ser un derecho para convertirse en un servicio para quien pueda pagarlo. Es imprescindible un debate sobre la nueva innovación, sobre el uso de las nuevas tecnologías, sobre la imposición de las Competencias Básicas, sobre los resultados del aprendizaje por proyectos y sobre el papel del profesorado. Hay que reivindicar la importancia de los conocimientos y poner en cuestión el "aprender a aprender" y hay que resistir frente a los intentos de convertir al profesorado en un mero "acompañante".

En definitiva, no debemos permitir que se consolide una educación al servicio de las empresas y mucho menos que las empresas dicten lo que se tiene que enseñar en las aulas. No debemos permitir que se implanten objetivos y valores tan descaradamente al servicio de la ideología más neoliberal que es, precisamente, la que nos ha llevado a la actual crisis, a la desigualdad, a la pobreza y a la falta de democracia. Es preciso que el profesorado recupere su verdadera autoridad y eduque a nuestros niños y niñas, y a nuestros jóvenes, en un sistema de valores que les ayude a vivir con dignidad y a mejorar esta sociedad, cada vez más injusta y más desigual.

Publicat a Con Ciencia Social - Segunda Época - Número 1 (2018).
Coordinador: Francisco Javier Merchán (Fedicaria-Sevilla)