by Carmen Rodríguez Martínez
«Los hombres hacen su historia a base de condiciones
anteriores, pero son los hombres mismos quienes la hacen y no las condiciones
anteriores» (Engels)
El patriarcado no desaparece en el momento que dejan de
existir las prohibiciones expresas y discriminatorias para las mujeres. Existen
siglos de dominación donde han sido percibidas y expuestas a las miradas y el
discurso de los otros, que las sitúan en una relación de dependencia material y
simbólica. Esta falta de autonomía de las mujeres impone limitaciones en su
educación por la propensión a esperar mucho del amor, pilar de la dominación
masculina, porque su función ha sido ser instrumentos para la felicidad de los demás.
La estructura también ha impuesto coerciones a los hombres y “dominados por su dominación”,
como diría Marx, se les exige agresividad, seguridad y fortaleza.
Acabada la imposición de la tutela sobre las mujeres,
hace tan solo tres décadas en nuestro país, las ideologías sexuales enmascaran
como determinismo natural o elección particular lo que es consecuencia de un
orden social que permanece vigente. Antes era impuesto, ahora consentido.
Es indudable que en la última mitad del s. XX se han
ocasionado cambios en la vida de muchas mujeres, pero no han revertido el orden
patriarcal sistémico, y apenas han cambiado la vida de los hombres.
El orden jerárquico masculino y el control de una
profesión feminitzada.
No podemos negar la gran revolución social que ha
significado la gran distancia entre nuestras vidas y las de nuestras madres.
Hemos conseguido emigrar de la cultura de nuestras madres, pero nos hemos
establecido en la de nuestros padres, lo que deja muchos asuntos sin resolver.
La institución escolar está organizada a través de
relaciones de poder jerárquicas, como parte de la cultura masculina de la
enseñanza, que enlaza con una perspectiva individualista, al depender toda la
actividad docente del profesorado. Y estos y estas sufren a su vez controles
burocráticos, dirigismo e intensificación del tiempo de trabajo, como consecuencia
de ser una profesión feminizada. Profesores y profesoras carecen de autonomia porque
el contexto de influencias y la distribución del conocimiento está limitada por
expertos, currículum estandarizados y la estructura del propio puesto de
trabajo.
Aunque esto no es nuevo, se profundiza en las políticas
educativas actuales, donde la idea de eficacia va unida a la precarización de
la profesión docente, al control de la autonomia y a recortar en políticas
educativas de conciliación. En los presupuestos generales del Estado para 2015,
en un escenario supuestamente de recuperación económica, las partidas para escolarización
infantil de 0 a 3 años bajan, con un recorte del 75% desde el año 2010. En
estas
edades solo un 36% de niñas y niños están escolarizadas.
Sigue la fuerte reducción del Programa de Compensatoria, hasta un 90%, con la
consiguiente pérdida de equidad.
El hecho de ser una profesión feminizada ha significado
control experto, actualment encarnado por los comités de sabios de los
organismos internacionales, que establecen las políticas educativas y
evaluaciones que dirigen la enseñanza, lejos de un modelo educativo personal,
que considere las necesidades del alumnado y esté vinculado al afecto las emociones,
el pensamiento y la creatividad.
La planificación, rutinas y la propia estructura del
trabajo docente se configuran como una extensión de este orden jerárquico. La
compartimentación del currículum define también la estructura de la enseñanza,
a través de tiempos y de una organización basada en los libros de texto. El
currículum se controla, además, realizando un tratamiento no controvertido del mismo
y omitiendo los tópicos complicados.
Para ello el control social es una parte importante de la
vida del aula. Se diseña una enseñanza donde los aprendizajes esperados y las
posibles respuestas del estudiante estén bajo control. Al alumnado se le
considera un buen alumno o alumna en función no solo de su desarrollo
intelectual y acervo cultural, sino también de su trabajo, aplicación y
conformidad en la conducta y en las formas de expresar su conocimiento.
La escuela universaliza un modelo que es masculino y esto
significa que no se espera lo mismo de ellas y de ellos. A pesar de sus buenas
notas, para las chicas su experiencia en la escuela les muestra un lugar
secundario en la sociedad, que tendrá consecuencias en las elecciones que
realizan de las carreras, que son una prolongación de las funciones domésticas (enseñanza,
cuidado y servicio), en las diferencias en su relación con el poder, y en el
dominio
de los objetos técnicos y las máquinas que formarán parte
del monopolio de los hombres.
También consigue chicos inadaptados que ante las
presiones del modelo de masculinidad hegemónico muestran peores rendimientos y
comportamientos, una mayor inestabilidad en las emociones y peor adaptación al
sistema escolar.
Mercantilización de la educación, de la vida íntima y del
bienestar común.
El orden patriarcal es un sistema que permanece vigente
en nuestras sociedades democráticas no por imposición o por costumbre, sino
también por interés. El capitalismo devalúa el trabajo reproductivo para que se
sigan ocupando las mujeres, una forma de explotación de una actividad natural
que es central porque mantiene nuestras vidas en marcha.
No hemos revertido el orden de las instituciones
educativas y entramos a disputar y competir por una educación mercantilizada
dirigida al mundo del trabajo que ignora la vida íntima, las emociones, el cuidado
y el bienestar común. Por ello las mujeres siguen ocupándose de la vida de los
demás y los hombres sintiéndose fracasados cuando lo hacen. El tiempo personal,
o para el compromiso político y social, como parte también de esta vida íntima,
no cabe en las agendas de muchas mujeres.
Hemos pasado en muy poco tiempo de una escuela de masas,
y sus características de pensamiento único y modelo educativo reproductivo, a
la deriva mercantilista y privatizadora de nuevas políticas educativas que solo
buscan el éxito profesional y se caracterizan por la competitividad. Este
modelo excluye la vida con y para los demás porque fortalece la competitividad
y una mentalidad práctica, que nos convertirá en sujetos devoradores del resto,
muy bien encarnado en la figura del broker. La especialización y los
aprendizajes neutrales para responder a exámenes externos convertirán a chicas
y chicos en trabajadores adaptables, no desarrollando su comprensión del
cambio, sino quebrando su capacidad de resistencia al mismo.
La devoción por el trabajo, como vehículo para la
independencia de las mujeres, nos convierte en las primeras víctimas estando
sometidas a una educación domesticada para acceder al mercado, competitiva e
individualista. Una mayor formación o disponer de un mayor “capital humano” no
generarán más empleo a un país, como defienden los defensores de estas ideas y,
menos aún para las mujeres, como demuestra el último informe de la OCDE.
España aparece de las peor situadas en empleo femenino
teniendo las mujeres una mayor formación que en otros países.
La minimización del cuidado y la maximización de la
devoción por el trabajo, sin el apoyo del Estado y de los compañeros, lleva a
modelos pocos sostenibles con el bienestar y la igualdad. Este modelo de éxito
minimiza la vida familiar y personal, exigiendo mucho a las mujeres que
sentirán culpabilidad y dejando a niños y ancianos desprotegidos.
El hecho de que las funciones de cuidado y atención no
sean compartidas por los varones y valoradas en la escuela y socialmente supone
para ellas una pérdida de estatus y de estilo de vida. Se apoya en uno de los
pilares de la dominación masculina, que es la diferencia en la concepción del
amor que impide unas relaciones más igualitarias porque la mujer “lo hace todo
por amor”, no por obligación ni por imposición. Además el varón recibe una
energía emocional de las mujeres, a la que no corresponde. Esto tiene
consecuencias en el ámbito público, pues los varones salen a él con un
reconocimiento y autoridad mayores, generados por ese “plus” de amor que
reciben de parejas y compañeras de trabajo.
Androcentrismo del conocimiento, la ciencia y la religión.
Los contenidos escolares significan la introducción a la
cultura asentada y seleccionada para la escuela, por lo que tienen una influencia
muy importante en la construcción de nuestro colectivo simbólico y nuestra
identidad genérica.
Los usos, las costumbres y lo esperado de forma
estereotipada adquiere carta de naturaleza cuando los libros de texto lo
convierten en el conocimiento legítimo. Actividades y atribuciones diferentes
para mujeres y hombres, relaciones afectivas caracterizadas sexualmente,
representaciones ante la vida que distinguen entre quien domina y quienes ocupan
un papel complementario, pasivo e invisible; protagonismo masculino y mujeres ausentes.
Voces femeninas que incluso en el “currículum de los hechos destacables” se ocultan
como las de Ada Augusta Byron (matemática), Alma Mahler (compositora), Clara Campoamor
(abogada y política), Dorothy Crowfoot Hodking (química), Shirin Ebadi
(defensora de los derechos humanos), Sofonisba Auguissola (pintora), etc.
Los libros de texto serían la última pieza del engranaje
educativo para la transmisión de los saberes sexuados. En la ESO solo muestran
una escasa frecuencia de mujeres (7,9%), uno de los aspectos más fáciles de
cambiar, indicando una clara falta de rigor en el relato histórico, con la
consecuente marginación en el orden social que asientan. Los significados socio-culturales
transmitidos en el conocimiento, a través del lenguaje y de los contenidos escolares,
son manifestaciones que invisibilizan a las mujeres en experiencias,
participación y competencias. Generan pensamientos y comportamientos en la
sociedad y en el alumnado porque se difunde una arqueología del saber que
legitima el orden social de los discursos que sustentan las actuales
sociedades.
El conocimiento también se extiende a través de revistas
divulgativas, documentales y nuevas teorías educativas. Nuevas investigaciones
pseudo-científicas vienen a rearmar discursos avalados por la ciencia y la
religión, donde se vuelve a utilizar el naturalismo como telón de fondo para
justificar las diferencias cerebrales entre hombres y mujeres, que están de
moda por las nuevas técnicas hormonales y genéticas. Son investigaciones de escasa
credibilidad, que justifican las diferencias que pueden observarse en los
comportamientos entre chicos y chicas en diferencias naturales. Este nuevo
determinismo biológico considera los comportamientos como la causa y no como la
consecuencia de sus contextos y experiencias, y se convierte, por su propia
esencia, en una teoría de límites. Argumentos que vienen a apoyar la existencia
de escuelas segregadas porque el rendimiento es mayor en las chicas que en los
chicos. Muchos de ellos están avalados por tesis religiosas y conservadores que
muestran su contrariedad con la igualdad, la coeducación, la homosexualidad y
la educación mixta, como podemos observar en la propia ley educativa del
Partido Popular que defiende la segregación escolar entre alumnas y alumnos.
Los estereotipos sexuales actúan hoy día de forma más
potente que nunca porque se promociona el determinismo biológico como la línea
de pensamiento más moderna y rompedora, sin tener en cuenta su larga historia
anterior, múltiples veces desmentida. Hay diferencias morfológicas entre el
cerebro masculino y el cerebro femenino. El cerebro masculino es más grande y
el cerebro femenino muestra una mayor actividad en las áreas relacionadas con
el lenguaje, pero ningún estudio hasta la fecha ha podido mostrar que los procesos
específicos de género intervengan en la construcción de redes en el cerebro
durante el aprendizaje. No han considerado que hagamos lo que hagamos la
experiencia crea la actividad neuronal que altera el cerebro, o, en otras
palabras, el cerebro no está determinado.
Educar en la sociedad de las iguales.
No podemos decir que estemos bien situados en políticas
de igualdad. Nuestro país, lejos de cumplir la Convención para la Eliminación
de toda forma de Discriminación contra la Mujer (CEDAW, en sus siglas en
inglés), lleva a cabo un progresivo desmantelamiento de las políticas de
igualdad. En educación la LOMCE no hace referencia alguna al fomento de la
igualdad entre hombres y mujeres e incumple varias de las recomendaciones que
se hicieron en la evaluación del CEDAW, como son: implantar programas
específicos sobre igualdad de genero en el sistema educativo, así como la
capacitación del profesorado en esta materia que, por otro lado, recoge la ley
sobre violencia de género. Es más esta nueva ley quita la asignatura de Educación
para la Ciudadanía y justifica que segregar por sexos no es discriminatorio. La
reducción de ayudas de becas escolares y de comedor redunda en más carga de
trabajo para las mujeres. Asimismo, la paralización del Plan Educa 3 redunda en
la falta de plazas en educación infantil.
Sabemos cuáles son las políticas educativas para
conseguir una educación para la sociedad de las iguales, ya expuestas, y de
algunos de los ámbitos educativos donde deben revertir, que paso a esbozar.
Los contenidos escolares son un factor clave, pues son un
poderoso instrumento de las estructuras sociales según se utilicen para su
conservación, su revisión o su cambio, según se cuestionen sobre por qué
sucedió y qué intereses estaban vinculados a esas acciones. Porque servirán
para la educación de un alumnado sumiso, preparado para el culto al trabajo y
al consumo y sometido a las relaciones de dominación genéricas y culturales, o
por el contrario,
preparado para hacer uso de su autonomía y decidir sobre
el futuro con conciencia. Para ello cuenta con el conservadurismo inherente a
los saberes académicos que reside en su caràcter sagrado y de verdad. Los
conocimientos deben ser tratados como construcciones sociales susceptibles de
ser puestos en cuestión.
La deconstrucción, no solo de conocimientos sino de las
tesis naturalistas sobre las diferencias naturales de hombres y mujeres, se
rearma con nuevas justificacions conservadores abaladas por la ciencia y la
religión. Hay que seguir afirmando que el cerebro no está conformado
innatamente: es la parte física de la mente, y el aprendizaje la doma. Las mentes
actúan a partir de la interacción con otras mentes, la intensidad de la
relación y el contexto de interacción. En los seres humanos, el aprendizaje, la
creación artística y sus actuaciones se caracterizan por la anticipación y se
desarrollan en relación con otros seres humanos. Si nuestra mente solo actuara
ante estímulos sensoriales y nuestras acciones fueran funcionales podríamos
decir que los seres humanos y sus mentes están determinadas como las abejas en
una colmena.
Es necesario que la escuela no solo transmita
conocimiento, sino que se preocupe por un conocimiento con sentido que nos haga
conscientes ante el mundo y que supere las distinciones de género que habitan
en los contenidos y los conocimientos ligados a una concepción específica de lo
humano.
Por ello, son necesarios los ejercicios de
de-construcción de las disciplinas clásicas y la propia re-organización de las
mismas. Además, ante la imposibilidad de regenerar el conocimiento creado
durante siglos, necesitamos nuevos modelos de enseñanza que ayuden a situar los
textos históricos, filosóficos, literarios, etc... en su contexto histórico,
junto a un conocimiento reflexivo, humanista y crítico que introduzca el mundo
familiar, doméstico y afectivo en las aulas.
La valoración del cuidado en la escuela y la inclusión
del bienestar común supone un nuevo modelo social con cambios en la estructura
laboral y en la cultura masculina para que la vida sea sostenible. La cultura
pública del cuidado es contraria a la que intenta legitimar el cuidado como
derecho proporcionado exclusivamente por el Estado. En esta última hay una transferencia
de la tarea del cuidado desde el hogar a la esfera pública, donde los hogares infantiles
y los geriátricos se profesionalizan. Esto también tiene mucho que ver con el reconocimiento
público de los trabajos asociados al cuidado para que tengan un caràcter cálido
y exista un reconocimiento público del trabajo emocional, a la vez que se
incrementa el valor del cuidado en el ámbito privado.
Para crear conciencia y libertad es necesaria la
autonomía del profesorado. La autonomía en educación, desde la Escuela Nueva o
los movimientos libertarios, ha significado innovación educativa y libertad
para tomar decisiones sobre el gobierno de la escuela. Y son los profesores y
profesoras con auténtica autonomía pedagógica la clave para que se produzca el
cambio educativo. La profesionalización y mejora de la docencia fijarán el
objetivo en alumnos y alumnas, y no en los intereses ideológicos de las
diferentes reformas. La escuela es un instrumento básico para el desarrollo de
la autonomía, la conciencia y la responsabilidad como ciudadanos y ciudadanas y
para ello se requiere un profesorado que sea libre y autónomo en su relación
con el conocimiento y frente a los políticos, sean quienes sean.
Educar las emociones y los sentimientos hacia el
compromiso y el bienestar social se ha visto tradicionalmente contrario al
desarrollo de las ideas de libertad y autonomia defendidas por filósofos
liberales como Locke y Kant. Dejan el cultivo de las actitudes positivas a la
pertenencia a un grupo religioso o al cultivo personal. Pero educar las emociones
no solo corresponde a sociedades fascistas. Educar la compasión, la indignación
ante la injusticia o la limitación de la envidia deben cultivarse con
sentimientos apropiados de simpatía y amor.
Educar para la sociedad de las iguales requiere que alumnas
y alumnos puedan desarrollar un pensamiento libre para elegir con conciencia su
destino y enseñarles a convivir en sociedad con dignidad y reconociendo a los
demás como semejantes, iguales y singulares.